Empezó el pasado setiembre siendo un proyecto en papel, unos
planos arquitectónicos rudimentarios que esbozamos con los niños. Calculamos el
área, los volúmenes y los materiales que necesitaríamos. Manos a la obra y con
ayuda de Fernando, un experto profesor de albañil, empezamos la construcción.
Semana tras semana, pasó el otoño, combatimos el frío invierno, seguimos en
primavera y finalmente con la llegada del verano finalizamos la obra: una torre
medieval que en su interior alberga un tesoro interminable, montones de
historias, cuentos de personajes ficticios y reales, leyendas, diccionarios,
libros del mundo, del espacio y del más allá. Una auténtica biblioteca donde
se escucha el murmuro, el susurro de las palabras, donde los niños encuentran siempre un lugar
tranquilo para leer y zambullirse en el mundo del conocimiento y la fantasía.
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