Debido a la globalización tenemos la mala costumbre de adoptar todas las fiestas que nos vienen de fuera, como es el caso de Halloween, aún y en detrimento de nuestra propia fiesta local, tradicional, que ha perdurado año tras año y que ahora está en peligro de extinción, la castanyada. Los niños han vaciado tres calabazas y dibujado monstruos horribles en ellas, han decorado globos, han hecho pequeñas calabazas con plastilina y se han disfrazado de zombies, fantasmas y brujas. Pero también han elaborado panellets de chocolate, asado castañas al fuego y boniatos. ¡Que no falte de nada para la noche más terrorífica del año!
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