Tres palabras que han quedado en desuso, es más, hoy en día
están mal vistas y en muchos hogares escasean. Sin embargo, para educar a los
hijos los padres debemos tener una justa medida de autoridad, disciplina y obediencia,
para desarrollar y perfeccionar las aptitudes y facultades de nuestros hijos.
Me pregunto por qué nos dará tanto miedo hablar de
autoridad, de disciplina y obediencia en el mundo homeschooler, cuando parece que los niños aprenden por si solos y
los padres somos meros observadores de su proceso. Los niños son pequeños
Einsteins que descubren el mundo por sí solos y si ellos consideran que pasarse el
día leyendo, saltando la comba o mirando la televisión es necesario, los
padres debemos aceptarlo. Pero en realidad no es así, al menos no en todos los
hogares. Ni los niños son Einsteins en
miniatura, ni los padres simples observadores. Existen unos horarios, flexibles
pero establecidos, en donde cada uno de los niños trabaja, estudia, investiga,
crea, además de las múltiples horas de tiempo libre donde los niños continúan
aprendiendo a través del juego y sus actividades favoritas. Sin estos momentos más formales, la educación
en casa puede resultar un gran fracaso, no porque no aprenden lo suficiente
sino porque podrían aprender muchísimo más y desarrollar sus aptitudes y
talentos en mayor medida. Pero lo más
importante es que los niños aprenden a aceptar el NO, a frenar sus impulsos, por
un tiempo limitado, respetar la decisión responsable del padre o la madre, y
con buena gana y una sonrisa, obedecerles. Es una gran lección que también
tienen que aprender.
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