Una de las cuestiones más frecuentes que nos preguntan los interesados
en el homeschooling es, y ¿qué hay del esfuerzo? Si el niño está acostumbrado a
seguir sus propios intereses, ¿no estamos maleducando? Estamos acostumbrados que la letra con sangre entra y que hay que
esforzarse para tener una vida de éxito. En parte es así y en parte no. Si yo
me esfuerzo en ser una futbolista de élite sin gustarme para nada el fútbol es
muy probable que termine en depresión. El esfuerzo debe ser inteligente,
valorar nuestras motivaciones, nuestras capacidades, nuestras metas. Sara,
Judit y Jordi escogieron tener su propio negocio con las gallinas y la venta de
huevos. Les encanta recoger los huevos, montar las cajas, poner las etiquetas y
venderlas a sus clientes. Pero el negocio también implica limpiar, alimentar
las gallinas, ordenar el gallinero, barrer y recoger los deshechos. Cuando
emprenden un proyecto o una actividad les mueve la motivación, cierto, y el
esfuerzo pasa desapercibido, pero eso no implica que no exista esfuerzo, la
clave del éxito es hacer aquello que te gusta, descubrir los talentos que todos
tenemos, así el esfuerzo es un esfuerzo inteligente. Los niños son expertos en
esfuerzo, se pueden pasar horas leyendo Tom
Sawyer, u observando los renacuajos o tocando el piano, lo que para otros
sería una tortura, para ellos es un juego, un juego serio. Cada niño es
diferente. Para educar debemos averiguar los intereses de cada niño y actuar en
consecuencia.
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