¿Qué sentido tiene para un niño aprender a sumar, a restar,
multiplicar y dividir? Pues de buenas a primera el niño no le encuentra
utilidad a estas operaciones y el proceso puede resultar arduo, sobre todo
cuando nos empeñamos en enseñarle los números decimales y las tablas de multiplicar.
Sin embargo cada día nos encontramos con los números decimales cuando vamos a
comprar, cada día multiplicamos, sumamos y restamos, 3 caramelos o panecillos a
cinco céntimos cada uno, son 15 céntimos, te doy un euro, devuélveme el cambio.
Si encaramos el aprendizaje sobre la vida misma haciendo a los niños partícipes
de situaciones reales el aprendizaje ocurre por pura necesidad, porque ellos
son los primeros que quieren ir a comprar el pan, el periódico, pagar, contar
los cambios, les hace tremenda ilusión llevar sus propios ahorros en su
monedero y sentirse responsables, es entonces cuando el aprendizaje de las
tablas de multiplicar o de los números decimales ocurre con naturalidad.
María Acaso nos habla de ello en su libro rEDUvolution, buscar
aprendizajes reales: “Lo que dentro del aula ocurre no tiene ninguna o muy pocas funciones reales
en la sociedad: logaritmos, ríos, romances y sonetos forman parte de una
información que solo cobra sentido en el proceso de tomar apuntes, engullirlos
y vomitarlos en el examen de la manera en que pensamos que más le va a gustar
al profesor. Un proceso que no te deja tiempo para llevar a cabo las cosas que
realmente te interesan, un proceso que NO TE DEJA TIEMPO PARA APRENDER PORQUE
TIENES QUE ESTUDIAR”. (Acaso M. , 2013) Es una reflexión que
tanto vale para la escuela como para los padres que educamos en casa, pues
también corremos el riesgo de querer cumplir con el currículum oficial y caer
en los mismos errores que la propia escuela impartiendo conocimientos que poco
o nada interesan al niño y que olvidan
al día siguiente, ¿para qué entonces?
Bibliografía:
Acaso, M. (2013). rEDUvolution, hacer la revolución
en la escuela. Madrid: Paidós.
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