Cuando escolarizamos lo hicimos por
inercia, porque es algo que viene impuesto en nuestra sociedad, así que pocas
familias se cuestionan esta opción. Sin embargo, como muchos padres
responsables hacen, estuvimos buscando “la mejor escuela” para nuestros hijos.
Hicimos una lista de prioridades, la más importante era el aprendizaje del
inglés, buscamos una escuela donde parte de las asignaturas fueran dadas en
inglés. Ese fue un gran problema. No quiero entrar en detalles de porque en
España es tan difícil encontrar profesores nativos en la escuela ni porque la
política parece que no fomenta el aprendizaje del inglés, lo cierto es que,
salvo alguna escuela lejos de nuestra localidad y a un precio desorbitado,
ninguna escuela de la ciudad ofrecía un aprendizaje en lengua extranjera ni
total ni parcial. Así que optamos por convivir con una au-pair inglesa que nos
ayudara en la educación de nuestros hijos, jugando y haciendo actividades en
inglés. Las niñas iban al colegio por las mañanas para poder dedicar las tardes
al aprendizaje del inglés, así estuvimos un par de años. El problema es que a
partir de primaria la asistencia al colegio es obligatoria y por mucho que
estuviéramos implicados en el colegio, a través del consejo escolar y el AMPA,
no había posibilidad de hacer excepciones. No encontramos ningún colegio que
tuviera diferentes horarios ni fuera más permisivo. Las profesoras y la
dirección del centro nos comentaban que las niñas tenían que ir no solo por la
mañana sino también por la tarde porque trabajaban materias importantes. Y
solíamos contestar que también era muy importante el inglés y si postergábamos
el aprendizaje del inglés después del cole, ¿a qué horas de la noche podíamos
disfrutar de nuestros hijos? Parecía que el día necesitaba más horas. Tiempo
para aprender música, practicar deporte, leer libros, ir al parque a jugar y charlar con los
amigos, visitar la biblioteca en búsqueda de nuevos libros, ¿dónde estaba el
tiempo para hacer todo esto? ¡El día tendría que tener 48 horas!
Lo sorprendente es, si la escuela
enseña educación física, música, artes plásticas e inglés, ¿porqué después de
la larga jornada en la escuela todavía tenemos que apuntar a los niños a
extraescolares de música, plástica, deportes e inglés, no se supone que debería
ser suficiente con lo aprendido en la escuela? Si eliminamos las extraescolares
no aprenden adecuadamente, así que eliminamos la escuela. Este razonamiento fue
decisivo para desescolarizar a nuestras hijas. En la escuela no aprenden adecuadamente
ni lo necesario para vivir.
Organizamos una lista de todas las
necesidades que considerábamos imprescindibles para la vida y fueron:
-Aprender a llevar una casa: cocinar,
coser, limpiar, planchar, comprar, bricolaje, etc
-Aprender a leer y escribir en las
lenguas básicas y usar el ordenador para poder acceder a las fuentes del
conocimiento.
-Aprender a llevar un negocio.
-Aprender a expresarse a través de la
escritura, de la expresión oral, de las artes plásticas, de la música, de la
danza y el teatro.
Es decir podríamos clasificarlas en
tareas domésticas básicas, tareas académicas, tareas profesionales y tareas de
autoconocimiento, socio-emotivas y expresivas.
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