Todos los niños tienen derecho a la educación pero no
confundamos educación con adoctrinamiento, pues muchas veces en la escuela los
niños deben de aprender lo que marca el libro de texto o lo que dice el
profesor sin dar opción al debate ni a la investigación científica: “el saber
de la Escuela se ofrece fragmentario, desconectadas unas materias de otras y,
además, con la pretensión de ser universal y definitivo, esto es, infalible,
exacto y válido para cualquier lugar y cultura del mundo” (Aznárez, 2007) El
Estado también insiste en el derecho a la igualdad de oportunidades, de ahí su
política educativa, una escuela pública para todos, con el mismo currículo,
mismos conocimientos, mismas oportunidades, pero es que los seres humanos no
somos iguales, somos seres únicos, originales, no hay dos seres humanos
idénticos. Parece que se da mucha importancia a la diversidad hoy en día, a la
educación personalizada, pero en la escuela seguimos practicando el café para
todos, y los alumnos que no encajan en los mismos parámetros encuentran muchas
dificultades para seguir la dinámica de la clase, y finalizan la escolarización
con una etiqueta de fracasado en la frente.[1]
Pero ¿cómo evitar eso? ¿Qué pretende realmente la escuela? ¿Tener a los niños
apartados de la sociedad, enseñarles de mientras no tienen edad para trabajar?
¿Cuál es el auténtico objetivo de la escuela? ¿No será que el auténtico
objetivo de la escuela es enseñar a los niños las normas de la sociedad,
hacerles dóciles, obedientes, para tener así bien controlados a los niños,
clasificados, etiquetados y con una mínima formación académica para la vida
laboral?.[2]
Desde bien pequeños se les dice lo que deben y no deben hacer. Se les impone un
horario y unas tareas específicas. Se presupone que los niños son mentes en
blanco, incapaces de desarrollar por sí mismos sus capacidades cognitivas,
creativas y emocionales. Entendemos la educación como la construcción de las
redes conceptuales de los niños y nos erigimos en guías y directores de ese
proceso insertando conocimientos estáticos en sus cabezas. Y por eso encerramos
a los niños en clases masivas de 25 alumnos en edades iguales durante 6 horas
diarias, más las horas de extraescolares y el tiempo dedicado a los deberes.[3]
Luego los docentes y los padres se preocupan por la falta de iniciativa,
creatividad y motivación de los alumnos e hijos.[4]
El aprendizaje que perdura en el tiempo surge de la propia inquietud personal,
de la observación y la experimentación. Cuando el niño es libre, cuando no
existe una obligación es cuando el aprendizaje sucede de manera natural, el
niño inmerso en el contexto[5],
en el medio natural y social, se pregunta sobre el porqué de las cosas, son
aspectos que le interesan, que le motivan, son aprendizajes reales que necesita
resolver, disfruta imitando al carpintero o al mecánico, quiere descubrir el
funcionamiento de ese coche eléctrico que tanto le gusta, sin embargo se le
empuja hacia la escuela para que aprenda y prácticamente no se le deja tiempo
libre[6]
para sus juegos.: “Tanto los estudiantes como los profesores juegan durante
ocho horas al día, nueve meses al año, a un juego vacío en el que unos hacen
que aprenden y otros hacen que enseñan, pero donde definitivamente el
aprendizaje no sucede”. (Acaso M. , 2013) Por eso después de la larga jornada
en el colegio todavía los padres tienen que llevar a los hijos a
extra-escolares de inglés, de deporte, de música, de plástica, porque la
educación que reciben en la escuela es insuficiente.[7]
La falta de legalización
del homeschooling es un problema gravísimo que no es tratado por la
administración con la suficiente seriedad que se merece.[8]
Y más cuando la mayoría de los expertos en educación reconocen que tarde o
temprano la escolarización en casa será una opción educativa más de nuestro
sistema actual.[9]
[1] : “El paso por la escuela
obligatoria implica el mismo aprendizaje para todos. No es que se desconozca la
existencia de la diversidad entre los alumnos. Vivimos en una época de
valoración de la diversidad. Los nuevos métodos educativos hacen prioritaria la
consigna de “la atención a la diversidad”. Pero me temo que no se hace del todo
bien y se mantiene sin demasiado fundamento, el prejuicio que una enseñanza más
“diversificada” es contraria a la igualdad de oportunidades. El resultado es
que, solo cuando el estudiante ha fracasado estrepitosamente y no ha conseguido
superar ni la educación secundaria, podrá agarrarse a la tabla salvadora de la
formación profesional, eso sí, como un fracasado” (Camps, 2008, pág. 131)
[2] “La escuela está diseñada,
conformada, para reforzar los procesos consuetudinarios de represión de la
diferencia; los acepta gustosa, los amplifica, los sistematiza, los fortalece
–de ahí, entre otras cosas, los uniformes escolares de antaño, la disposición
regular e indistinta del mobiliario, las mesas todas iguales, las sillas todas
iguales, los lugares asignados para los estudiantes, la exigencia de la
simultaneidad en muchos actos, el silencio general ante la voz del educador, la
dinámica horaria idéntica, la exposición a un núcleo básico de asignaturas
comunes… Todos estos aspectos, detalles y no sólo detalles, conducen a una
disolución de la individualidad en la masa, en el colectivo, a una
normalización y homogeneización de las psicologías. En la Escuela todo sugiere
igualdad, imitación y repetición (¿puede, normalmente, cada niño decorar
a su manera, pintar y transformar, su “estacionamiento”, por ejemplo?). El
examen juega también aquí su papel: el estudiante no lo enfoca como una ocasión
para manifestar su personalidad, su singularidad, sino como un expediente
para “gustar” al profesor –y así obtener calificaciones más altas- (Olivo,
2005, pág. 92)
[3] : “It is absurd and
anti-life to be part of a system that compels you to sit in confinement with
people of exactly the same age and social class. That system effectively cuts
you off from the immense diversity of life and the synergy of variety; indeed,
it cuts you off from your own past and future, sealing you in a continuous
present much the same way television does. It is absurd and anti-life to move
from cell to cell at the sound of a gong for every day of your natural youth in
an institution that allows you no privacy and even follows you into sanctuary
of your home, demanding that you do its “homework” (Gatto T. , 1992, pág. 24)
[4] “Se habla de motivar al niño,
bastaría con dejarle jugar. Nos esforzamos en atraer su interés hacia las
materias que descuida, cuando bastaría con dejarle que se dedique a las que les
interesan. Y, al final, con lo de “es por su bien”, les hacemos el peor de los
chantajes que se pueda imaginar, el principio en el que nos basamos para domar
a los animales: mala nota, castigo; buena nota, premio. Mirad a un niño
pequeño. Mirad como sus ojos se beben el mundo. ¿De verdad creéis que necesita
que le “empujen”? (Stern, 2009, pág. 170)
[5] ¿No sería mejor poner a los
alumnos directamente en contacto con la naturaleza, la realidad física, la
realidad social y las grandes inquietudes metafísicas y espirituales del ser
humano despertando en ellos la admiración y el asombro por la riqueza del
mundo? ¡Qué brillo tendría entonces la mirada de los niños! ¡Cómo cambiaría el
mundo escolar y el universitario si nuestros hijos hubieran sido estimulados a
hacer y hacerse preguntas en lugar de tener que recibir pasivamente respuestas
a cuestiones que ni se han planteado ni tienen idea de para qué le pueden
servir a alguien! (Calderero, 2005, pág. 21)
[6] “La realidad es que
aprendemos en todas partes, en cualquier momento y en cualquier lugar y lo que
resulta preocupantemente paradójico es que quizás aprendamos menos en las
instituciones realizadas ex profeso para el aprendizaje mientras que aprendemos
más en los tiempos y lugares llamados de ocio y que realmente son lugares y
tiempos de disfrute, algo fundamental para que el aprendizaje suceda”. (Acaso
M. , 2013, pág. 119)
[7] “La idea que tienen de la
realidad muchos de nuestros estudiantes es más bien pobre. Por un lado va lo
que pone en los libros que es de lo que tienen que examinarse y por otro su
vida real a la que no aplican lo que han aprendido en los libros”. (Calderero,
2005, pág. 20)
[8] La asociación para la libre
educación (ALE), la asociación la Coordinadora pel Reconeixement i la regulació
de l’educació en Familia, y el comité organizador de los tres congresos
homeschoolers realizados en España han intercambiado diálogos con los
diferentes grupos políticos, senadores y administración durante los últimos 10
años sin conseguir entrar en el sistema educativo actual.
[9] “Por el momento la
“escolarización en familia” no está permitida por las leyes españolas pero no
resulta demasiado aventurado pensar que la opción de escolarización en casa se
puede abrir camino entre un sector, siempre muy minoritario, de la población y
que puede llegar a ser aceptado legalmente, más si se mantiene y avanza la ola
neoliberal por la cual el Estado desregula progresivamente sectores de la vida
social.(…) La misma facilidad de acceso a la información que proporcionan las
nuevas tecnologías de la comunicación pueden propiciar, si no total al menos
parcialmente, la escolarización a domicilio”. (Sarramona, 2002, pág. 33)
Acaso, M. (2013). rEDUvolution, hacer la revolución en la escuela. Madrid: Paidós.
Aznárez, J. P. (1 de setiembre de 2007). Red Visual, Revista nº7. Recuperado el 2014 de Febrero de 12, de http://www.redvisual.net/index.php?option=com_content&task=view&id=22&Itemid=58
Calderero, J. F. (2005). Que me pasa con las matemáticas? Madrid: El rompecabezas.
Camps, V. (2008). Creure en l'educació. En V. Camps, Creure en l'educació (pág. 173). Barcelona: Grup62.
Gatto, T. (1992). Dumbing us down. Canada: New society Publishers.
Olivo, P. G. (2005). El enigma de la docilidad. Sobre la implicación de la Escuela en el exterminio global de la disensión y de la diferencia. Barcelona: Virus Editorial.
Sarramona, J. (2002). Desafíos a la escuela del siglo XXI. Barcelona: Ediciones Octaedro.
Stern, A. (2009). Yo nunca fui a la escuela. Albuixech: Litera.
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